domingo, 11 de octubre de 2009

Biodiversidad y futuro del Ecuador







En el archipiélago de Galápagos, las especies introducidas son cada vez más peligrosos y se encuentra en un mayor número, las mimas que atentan con las especies endémicas de la zona. Siendo tal vez el país con más especies por unidad de área en el mundo, resulta paradójico que nos empeñemos en introducir especies que atentan contra esa diversidad y contra el equilibrio que la sustenta. No importa que los pinos y eucaliptos con que cubrimos nuestra serranía erosionen los suelos y acaben con las formas de vida únicas, ni que la tilapia y la trucha estén desplazando de su hábitat a cientos de especies en nuestros ríos, y que causen desequilibrios tan profundos que podrían ser una de las causas de la desaparición total de los otrora omnipresentes sapos jambatos. No importa que se destruyan los bosques más diversos del planeta para sustituirlos con una sola especie: la palma africana, y que nuestra vecina Colombia haya gastado millones de dólares para erradicar la rana catesbiana de su territorio. Estas son algunas de las contradicciones que suceden en el planeta Tierra sin tomar ninguna medida de precaución y sin analizar las causas que pueden arrojar nuestras nuevas ideas.


¿Por qué han tenido tanto éxito estas empresas? ¿Qué tienen todas en común? Tal vez porque utilizan tecnologías creadas en otros lugares, que no necesitan investigación para implementarlas, pues resultan una manera fácil de enriquecimiento, aunque sea a costa del patrimonio común que constituye la biodiversidad.

Resulta insólito que no se tome en cuenta como recurso importante para el país su deslumbrante diversidad, con un valor estimado en el mercado internacional de 20.8 billones (millones de millones) de dólares, lo que le podría significar al país 429 mil millones de dólares en regalías, según un estudio realizado por Henry Vogel, consultor del Banco Interamericano de Desarrollo.

Afortunadamente algunas personas ya están despertando, y gracias a ciertos estudios que se han realizado, sabemos que el sistema más eficiente para convertir la energía solar en energía utilizable para los humanos es el bosque húmedo tropical. De hecho, el petróleo que se extrae de la Amazonía es energía acumulada por los bosques tropicales.

Un campo experimental de 60 hectáreas de camu-camu (Myrciaria dubio), fruta que contiene 10 veces más vitamina C que cualquier cítrico, en un bosque estacionalmente inundado de la Amazonía produjo 10 mil dólares al año, y se estima que en condiciones ideales puede producir de 6 a 8 mil dólares por hectárea.
Conocimientos ancestrales, ciencia e imaginación, nos pueden llevar a desarrollar nuevos productos y nuevas formas de explotarlos. Formas que se adapten a los requerimientos de sustentabilidad, que recién aparecieron cuando hace unas pocas décadas nos dimos cuenta de que los recursos eran finitos.

Según estimativos confiables, el manejo de la vida silvestre en el país para la exportación estaría generando divisas por varios miles de dólares anuales. Todavía es una cifra muy baja, pero son actividades en franco proceso de expansión. Esta es la forma de encaminarnos hacia un desarrollo sustentable en el país acompañado de un crecimiento económico considerable, permitiendo así que ya no solo dependamos de un solo producto exportador, el petróleo, que a la larga se terminará y nos veremos obligados a sustituirlo, por eso es necesario comenzar a innovar desde ahora y esperar hasta que las cosas se den más complicadas. También es importante mencionar como otra ventaja por la sustitución del petróleo, que ya no dependeremos del precio del barril de este producto para nuestro presupuesto y así dejar de estar ligados a las fluctuaciones que se dan en el mercado internacional.
Otra forma de aprovechar la biodiversidad de manera sustentable es el turismo. El turismo de naturaleza ha venido creciendo en el mundo y a pesar de la guerra con el Perú y el fenómeno del Niño, parece que seguirá haciéndolo en el Ecuador. Si conservamos nuestra naturaleza ahora, en el futuro tendremos la posibilidad de, conociendo mejor el bosque y con el desarrollo de nuevas tecnologías, encontrar mejores formas de aprovecharla. Si deforestamos los bosques perderemos el valor de la opción a futuro. No tendremos otra posibilidad, seremos un país viejo, lleno de frustraciones.

La solución no está solamente en sacarle el mayor provecho al bosque y hacerlo más eficiente. Es necesario decidir hacia dónde queremos ir. Decidir si queremos el modelo de los países desarrollados, cuyo consumo energético es insostenible si se extiende a todo el orbe o, por el contrario, cambiar nuestro estilo de vida, repartir mejor el acceso a los recursos y bajar la tasa de crecimiento poblacional. Tenemos que decidir si queremos un modelo que piense que la felicidad está en vivir como los hombres del norte o, por el contrario, uno que tenga como norte la felicidad del hombre. Es un problema entre ser o no ser honestos con el futuro.

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